Arbusto con muchas flores amarillas con el sol detrás. Madrugar es un buen hábito
Buenos Hábitos

Hábito: Estímulo, Acción y Recompensa

Ya hemos comentado que ConSuzet vamos a intentar (¡y conseguir!) implementar buenos hábitos en nuestra vida, así que comencemos con ello. ¿Qué tal empezar por una pequeña acción? ¿Algo que queramos realizar en nuestro día a día, que nos haga sentir bien y que no nos cueste mucho realizar?

Porque no sé si lo sabéis, pero los hábitos empiezan con un estímulo, un impulso de algún tipo que nos hace actuar, y nos lleva a conseguir una recompensa. Esto repetido una y otra vez, y otra vez, y otra, lo convierten en una costumbre. Nuestra mente ejecuta dicha acción de una manera automática, no nos cuesta nada hacerla, no consumimos energía mental al realizarla, ya que no tenemos que decidir nada.

La repetición nos lleva a la automatización. ¿Cuántas veces hemos realizado el trayecto a casa casi sin darnos cuenta? ¿O en cuántas ocasiones hemos tenido que verificar que hemos apagado la vitrocerámica, o cerrado la puerta, porque lo hacemos sin pensar? Pues lo mismo pasa con otras rutinas que poseemos, que hacemos por inercia y que no nos benefician en absoluto. Al menos, a mí me pasa, quizás no debiese generalizar, pero si estás leyendo esto puede que seas de los míos y el tema te interese.

Imagen repetida de Suzet de cuerpo entero delante de un edificio. Porque la repetición crea hábito

¿Y por qué el repetir una acción, hace que siempre la hagamos de esa forma y no de otra? Porque nuestro cerebro es un chico listo que no quiere trabajar de más. Cuando se hace algo por primera vez, en él se crean nuevas conexiones neuronales, se “aprende” de ese algo nuevo que se ha hecho, visto, oído, probado, etc. Y una vez que aprendemos alguna cosa, es mucho más fácil volver a hacerla. Y cuanto más reincidamos en ella, mejores seremos en desarrollarla, porque ya está creado el camino en nuestro cerebro. Este no tiene que buscar, ni construir nuevos puentes, simplemente volver a pasar por donde ya lo ha hecho antes.

De ahí, la importancia que tiene el insistir continuamente en una conducta, cuando queremos llevarla a cabo de manera automática.

Por lo tanto, la clave para instaurar un nuevo hábito en nuestra vida es ser repetitivos. Aquí hay que ser pesados con nosotros mismos, incluso cansinos. Que no os importe, tenemos justificación.

Pero no olvidemos que todo empieza con un estímulo, que provoca una acción, con la que obtenemos una recompensa. Así que para llegar a actuar de la manera que hará que nos sintamos mejor, o que nos sea útil, busquemos ese impulso que nos motivará a llevarla a cabo. Podemos probar a imaginarnos el premio que obtendremos, que creo que es un buen principio, al que podemos añadir la satisfacción futura tras conseguir nuestro propósito.

Ahora hagamos un pequeño ejercicio, si queréis podéis coger papel y lápiz para visualizar todo de manera más fácil, o simplemente pensarlo:

Cuaderno rosa ConSuzet con rotulador encima para apuntar el estímulo, la acción y la recompensa de nuestro nuevo hábito

Tenemos que decidir qué diminuto acto diario podemos llevar a cabo, que no nos suponga esfuerzo pero que sepamos que nos va a beneficiar, que nos sea de utilidad o que recibiremos una pequeña gratificación por él.

Por ejemplo:

  • Colocar los zapatos de manera correcta en el armario. (Parecerá algo muy obvio pero ¡yo he llegado a tener todos los pares de zapatos fuera del armario!).
  • Liar el cable del cargador del móvil y guardarlo.
  • Echarse crema hidratante en la cara, o bálsamo labial.
  • Levantarme 5 minutos antes. Lo que queráis…

Ahora, pensad junto a que otra acción, que ya es rutinaria para vosotros, la podríais realizar.

P.ej.:

  • Al quitarme los zapatos en casa para ponerme las zapatillas, en lugar de dejarlos de cualquier manera, los voy a colocar bien y en su sitio.
  • Cuando desconecte el móvil del cargador, lo voy a doblar y meter en el cajón de la mesita de noche.
  • Tras lavarme los dientes por la mañana, o por la noche, voy a untarme un poco de crema en la cara (en este caso, os recomiendo que pongáis la crema junto al cepillo de dientes).
  • Antes de acostarme voy a poner el despertador 5 minutos antes.

Y por último, visualizarlo, y deciros a vosotros mismos lo que vais a realizar llegado el momento elegido, con el máximo detalle. Porque mientras más específicos seamos al visualizarlo, mejor. Si nos imaginamos como vamos a sentir ese momento, el tacto, el olor, los sonidos… nuestro cerebro va a ir creando ya esos puentes, si lo hacemos muy bien, incluso puede que para él cuente ya como una vez en ese proceso de repetición que buscamos.

P. ej.:

  • “Cuando me quite esta noche los zapatos, sin soltarlos, los voy a colocar en su sitio incluso antes de ponerme las zapatillas”.
  • “Mañana al coger el móvil, lo desconectaré del cargador y con él en la mano lo voy a enrollar, abriré el cajón de la mesita de noche y lo introduciré allí”.
  • “Por la mañana tras lavarme los dientes, voy a coger la crema que tengo colocada justo al lado y me voy a untar un poco en la cara y en el cuello”.
  • “Cuando suene el despertador, voy a destaparme y levantarme, y ya de pie lo voy a apagar”.

Son cosas sin mucha importancia, pero que seguro harán que nos sintamos mejor por el simple hecho de lograr cumplirlas. No os propongo que hagáis varias cosas, solo una, una pequeña acción, que nos llevará por el buen camino, y nos motivará a conseguir cada vez más. Y no os olvidéis de recompensaros cuando la consigáis. Nos merecemos un homenaje acorde a nuestros logros. Acordaos:

Hábito = Estímulo + Acción + Recompensa.

Así que esta semana, ¿cuál es tu diminuto propósito?

Cuaderno abierto donde se está apuntando el estímulo, la acción y la recompensa de nuestro nuevo hábito

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